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Detrás de la emergencia sanitaria desatada por la pandemia de la COVID-19 se esconden otros porcentajes que se incrementaron debido al aislamiento social obligatorio, lo que afectó a uno de los grupos más vulnerables de la población en niñas y adolescentes. Según un estudio presentado en julio pasado en el foro virtual Evidencias, Perspectivas y Desafíos de la Salud Sexual y Reproductiva en el Perú en Tiempos del COVID-19, durante este periodo, los embarazos adolescentes aumentaron en un 12%. A este problema se suma que, debido al confinamiento obligatorio, el 30% de centros de salud suspendió las consultas externas, dificultando el acceso de las gestantes jóvenes a una atención médica oportuna. Esto tiene una repercusión directa con el incremento de mortalidad materna debido a las restricciones para acceder a métodos anticonceptivos modernos en caso de las adolescentes.
El Director Ejecutivo de la Dirección de Salud Sexual y Reproductiva, Guillermo Atencio La Rosa, acota que los adolescentes entre los 12 a 17 años representa al 10.8% de la población en el Perú. De este total, el embarazo en adolescentes registra el 10.1% en zona urbana y 22.7% en zona rural. “El descenso mayor se ha visto en las zonas urbanas del país mientras que en las zonas rurales por el contrario se ha visto un ligero incremento; y en algunos lugares como por ejemplo Loreto esta tasa llega hasta 32% en comparación con las zonas del sur que llegan a tasas menores de 10%, entonces definitivamente tenemos regiones muy dispares”, comenta. La zona oriente del país presenta la mayor prevalencia de embarazo en adolescentes, específicamente en regiones como Loreto, Amazonas, Ucayali y San Martín, donde la incidencia se encuentra por encima de 20%, mientras que en el sur, como Arequipa, Moquegua y Tacna, el índice se encuentra por debajo del 8%. Por otro lado OMS indica que las complicaciones relacionadas con el embarazo y el parto son la principal causa de muerte en adolescentes de 15 a 19 años en todo el mundo. Las adolescentes embarazadas y las madres jóvenes corren riesgos aún mayores en crisis como la actual pandemia.
La crisis sanitaria mundial no solo redujo la capacidad de los sistemas de salud, sino que impide el acceso a los servicios de salud sexual y reproductiva para jóvenes y adolescentes, no es noticia que en muchos países los centros de salud cerraron sus puertas y con ella quedó restringida la disponibilidad de recursos financieros para la ejecución de programas de orientación dedicado a ellos. Por ello prevenir el embarazo adolescente constituye un gran desafío de desarrollo y de vulneración al pleno ejercicio de derechos, el cual intenta profundizar debido a los efectos de la COVID-19 en la prestación de los servicios de salud sexual y reproductiva en el primer nivel de atención, en la prestación del servicio de educación y la integración de la educación sexual integral en el contenido de los programas de educación remota.
En conclusión, es importante también recordar que la educación sexual de los hijos es un derecho reservado a los padres. Desde pequeños, los niños aprenden desde los 2 años y está demostrado que concientizando y conversando con una correcta información del tema resulta fundamental para prevenir embarazos no deseados o enfermedades de transmisión sexual mediante el correcto uso de un preservativo con el objetivo de acompañarlos en su maduración hasta la edad adulta, favoreciendo el aprendizaje integral que les permita vivir su sexualidad en igualdad, con responsabilidad y éxito y de manera positiva.